Se escapan, se resbalan de mis manos. Se escurren ¡se escapan! ¡se escapan…!
Huyen, se ríen, parecen reírse, o llorar penosamente… ¿se burlan?... se escapan… como sombras furtivas se esconden y se difuminan.
Me confunden… son, y al instante siguiente se han fundido, hibridado, no se mantienen puras. Me engañan… son, y a la siguiente mirada sé que ya son otros, aunque parezcan, aunque finjan y maquillen sus cuerpos, sus no cuerpos, sus voces, sus ojos… ¡se escapan…! ¡yo sé que huyen, que me dejan!
Ellos son todo en mí: mi cuerpo, mi no cuerpo, mi voz, mis ojos. Pero se escapan y, yo… yo intento alcanzarme, alzarme con las manos, mas me escurro,
me resbalo hasta los bordes y caigo, chorreo inconteniblemente, ruedo al suelo, me escapo…
¡vuelve! –ordeno
pero yo ya estoy lejos, serpenteando, dejando un rastro pegajoso de mí al pasar.
Ellos, que son todo en mí, siguen saliendo. Aprovechan mi distracción para borrarse, para raptarme y empujarme a la partida que no se detiene. Yo trato de atraparlos (ahora uso un vaso), aunque mis miembros se desprenden y se caen; huyen líquidamente si han logrado derretirse.
Yo quiero ordenarles que regresen, pero ya mi voz rebalsa mis labios, y se vuelca. Cae al suelo, y mientras huye, escuchó al rastro mínimo que susurra: “vuelvan ahora…vuelvan…”.
Y mientras tanto, ellos se escapan… raptan más de mí, más de todo y me dejan sola con todo el material nuevo, sin nomenclatura, sola en el blanco sin-usar
y ellos se escapan ¡se van…! huyen, yo sé que sí…¡se escapan..! …
(12/1/06)
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