las canillas que se abren lentamente
sin reposo
las que arrodillan hasta a los muertos
de tanto gotear
sangre sobre el hielo
las que sumergen (a través
de las edades) a nosotros
en el tañer opaco de campanas
viejas.
los picos que vierten los temblores
de manos, los temblores
de labios
¡las canillas!
las que enseñan a rogar a los apasionados
sedientos, feligreses
asiduos concurrentes
de lo seco.
las que chirrían y silban
porque el pecho calla
las que se abren siempre lentamente
sin reposo
gotean
sangre sobre
hielo.
(5/1/06)
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