A veces me pregunto por qué hago las cosas. La voz sensual de los hombres del teléfono me responde, pero no alcanza. Seguimos así, calcando las manchas casuales que nacen en la pared. A veces somos tan parecidas, que empiezo a creer que todas las que habitamos aquí somos una sola. Iguales, siempre: enamorándonos de la gente en los sueños, tallando palabras con las uñas, matando el mismo dragón de todos los sábados anochecientes.
Sigo acá, siéndonos... volviéndome cada vez los ecos de mi cárcel de tinta. Y dar un paso cuesta tanto... dar tantas veces el mismo paso, todos con un nombre distinto. ¿Qué pueden esperar de mí? Réplica similar de cada palabra que dije, ¿quién podría confiar en un teamo escrito en la arena?
Basta, mujeres, basta. De reescribirme, de repetirme, de sernos así, tantas veces disgregadas. Regálenme paz, y un día que todavía no haya sido soñado.
(19/7)
22.8.06
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2 comentarios:
:)
Lindo, pero no me gustó tanto como otros... Ojalá pudiera decir por qué...
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