Los dioses son extraños.
Se hamacan y me miran, a través de calles y personas, desde la plaza hasta la cama donde duermo.
Siquiera un día torcieran la vista y te miraran, pero ya han comenzado conmigo, y no acabarán hasta consumirme por completo.
En la plaza hay una hamaca, y en la hamaca una nena, y en la nena dos ojos que encierran a todos los dioses y me miran despertar y caer de nuevo, pálida, sobre la cama.
Es extraño. Podrían mirarte, amar, matar a más de uno. Pero se han encaprichado conmigo y miran mi agonía desde la plaza.
Yo siempre hago igual: me duermo y me despierto, y nunca puedo dejar de sentir sus ojos. Los dioses me miran, sube la fiebre, el cuerpo se consume bajo las mantas.
12.4.07
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2 comentarios:
Creo que a veces somos alguno de esos dioses...
Beso ;)
Azul. Bello nombre que debería cabernos a todas, y en cambio sólo pueden tomarlo algunas. Como Selene. Como María.
Me pasaré por tu blog en cuanto puedo. Hasta entonces... gracias por un comentario apropiado.
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