Frente al fracaso de mis vástagos, estalla él.
La habitación de llena muajes, mayúsculas diáfanas color vos, y todo se moja, chorrea, me toca. Brillan: sus ojos, la boca abierta obscenamente, el metal. Brilla todo lo húmedo, vibra, todo lo que de algún modo llegó hasta el pecho sin romper el pulóver.
Y es él, soy yo, sus ecos de dos caras me hacen dudar de lo que veo.
Rostro, patria de la ambigüedad, unísono de la piedra y la demencia.
27.6.07
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4 comentarios:
Al principio me hizo pensar algo no muy placentero... Pero luego me gustó. Demencia. Acaricio esa palabra con la fiebre de las noches. Besos.
Sólo para que sepas: hice una especie de "panposteo temático" sobre esa palabra, protegida tuya, en los otros blogs.
Me alegra que te haya gustado, pero en verdad se refiere a algo para nada placentero.
Vos manifiestas claramente ese algo extraño y sensacional que sólo les fue regalado, no sé por quien, a las mujeres, ese sentido de más que agarra por la punta de la cola la sensibilidad, la asusta y la pone casi desnuda sobre un montón de letras...como la Pizarnik.
Sabía que no se trataba de algo placentero, Nia. Y sobre Pizarnik... Me tengo que ahogar en libros de ella.
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