Plastilina

y me vuelvo más veces sobre mí, así, tumbacarneras para siempre, rítmicas, de plastilina.
si pudiera vernos sería una coreografía maravillosa, lo sé; infinitos Escher por la calle y en la plaza, volcados sobre sí, sin querer terminar nunca, explorando sus entrañas con la más cándida curiosidad.
pero solo puedo verme a mí, piel que se estira y asfixia mis ojos.
¿quién echó mis ojos dentro del cráneo y volvió mi cuerpo un panóptico edificio?
¿quién copió mi morada en cada ventana, y cambió los libros por tautologías de mi nombre?
¿quién, poco a poco, trabajo de hormiga, espejó la superficie todas las cosas?
pero las tumbacarneras siempre son hacia adentro, y no sé otra existencia que las que puedo actuar.

Nunca me salió el rol hacia atrás.