Si acaso ella no hubiera estado entre los náufragos, habríanse hundido y perdido para siempre entre la seda profunda del océano. Pero estaba, y sabía del peso absurdo que cargaban las cartas de amor.
El resto es triste imaginación. Y el final indefinido que ni siquiera la muerte detiene no merece ser escrito.
4.7.07
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5 comentarios:
ah, claro, separar muerte de final...
como si pudieras...
ella es tan capaz como nadie más. los salvó y también salvó a las cartas de amor, que tenían más vidas que los potenciales náufragos.
lo diría al revés: además de salvar a las cartas de amor, salvó a un puñado de zombies que todavía no murieron pero deambulan al pedo, como yo.
No es que quiera provocar una comment-conversation (?), pero yo creo que las historias no se terminan con la muerte. Salvo, claro, que fuera una muerte absoluta de la raza humana. Siempre hay alguien que la retoma; un "nada se pierde, todo se transforma".
Y de todos modos tu "final/muerte" es bastante más agradable que el continuo y enojoso "seguir viviendo con sin las cartas" que estoy tejiendo. Al menos es más literaria.
Siempre me pareció un poco incómodo comentar el sentido de cualquier manifestación literaria y esto se acentúa particularmente con la poesía. ¿A ustedes no les pasa?
"ni siquiera la muerte detiene no merece ser escrito"
Esa es sola la poesía.
che, como no sé cómo comunicarme con vos, escribo acá.
mañana a la noche nos juntamos en casa a ver la naranja mecánica... vendría el mati tb y decile a manuel.
nos vemos
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