El gran Monstruo del Lago se alimenta de pequeñas manías. Yo espero a que el sopor de la siesta cierre los oídos de los guardias y corro a la orilla para contarle. Susurro al agua: "no puedo dejar de arañarme la cara" y él se agita de regocijo y envidia, y quiere atrapar mi vestido con sus dientes.
A veces, cuando me obligan a fingir que vivo en la ciudad, abro el agua de la ducha y tiro poemas para que se los lleve. Sé que los necesita.
Y me quedo esperando en el alféizar de la ventana, desde donde puedo vigilar el lago. Un año más no es mucho, y me entretengo con los jóvenes cortesanos. Sé bien que, un día, nuestras pieles se van a encontrar en monstruoso matrimonio, y recibiré abrazos de agua por cada manía que me invento: pelear con los espejos, hacer tinta con mi sangre, reirme con el piso frío lastimándome la espalda.
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Disculpen el tropezón. Alguien dijo (¡ah, memoria, juguete inútil!) que mucho más placentero que leer un buen poema, es escribir uno malo.
23.8.07
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6 comentarios:
De hecho... me gustó mucho... Argh. Odio que me superes sin esfuerzo.
es realmente fascinante leerte
Concuerdo con tu rollito, mari.
Jajajaja... ¡no es mi rollito! Pobre chica, tiene que cargar con una tocaya indeseable.
En fin, no entiendo por qué les gustó. Si alguien pudiera darme una explicación técnica...
Bah, no importa. Gracias igual por todo.
Trataré de pensar en una explicación técnica... Pero tratar de descifrar las maravillas me resulta desmitificante. Si comprendiera su por qué... ya no sería lo mismo.
mmm hola, explicación tecnica? no la tengo pero a mi tambien me ha gustado tu escrito, mucho la verdad, quiza pes tan solo conectarse
un abrazo
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