en toda la habitación
no había ni tres gotas de tu sonido / no me rozaba ni tu sombra /había todo menos tus ojos
Y existían
estúpidamente
otros que, puro ser ojos y estridencia, me enredaban con los largos caminos de las miradas-
hasta que mi cuerpo erosionado volviose un traperío una hilacha en el mar del jolgorio que sí.
Y con qué cara
con qué cara venían a abrirme los ojos para que bailara no bailara mal despegada de la soledad
con qué cara existían ahí estridentes ahí tan sólidos y tu nombre no tu nombre no
Pido gancho.
Vos.
Y de nuevo la verdad como luz grasienta pegada sobre las cosas. Verla porque no cerrar los ojos, encandilada por la estridencia lumínica de otros qué.
La música esquivó todo el tiempo mi cuerpo equivocado. me pegaba de costado, como el mar, y volvía a alejarse, al jolgorio de sirenas y tritones que la recibían como luz sobre la cara extendida.
Había no tres gotas de tu sonido.
Me rozaba no tu sombra
Y habían, además, todos los ojos menos tus ojos.
Pido gancho.
5 comentarios:
Sin palabras. :)
odio cómo usás los No. qué bien.
"y aparecen las sendas imprenetrables - cuando sale la luna - el mar cubre la... ¿grieta? - y el corazón se siente - isla en el infinito..."...
Está muy bueno!
Yo he tenido unos roces con la poesía ultimamente, pero creo q no llegaré a ningún destino bueno con ella...francamente me faltan oídos o imaginación para escribirla...
Muy bueno, pero ¿De quien eran los ojos que veias?
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