La mirada te alcanza, tantea hasta encontrar el centro hirviente, gira la llave, la cerradura hace track.
Entro.
El mundo se quita la máscara y vos no entendés
por qué mis ojos florecen llueven agua aletean y no se van de tu cuerpo.
Dentro de las alacenas y sobre la mesa, de cada taza salen brotes que pronto serán grandes flores rojas y frondosas.
El mundo desprende los botones y deja caer el lienzo al suelo.
En el aire gravita el silencio -me besa la lengua hasta la garganta hasta adentro cierra los pulmones y pone un sello de cera con una insignia antigua.
Vos no te animás a preguntar
por qué mis pestañas muerden despacio a la sombra milenaria de la tradecita.
El mundo está desnudo porque es otoño y vos sos la puerta hacia el secreto
El frío de las baldosas destila luz enlanzándose en mis huesos. Hienden mis pies. Por ahí respiro.
No te lo digo para que no te pongas nervioso, pero las mariposas son cada vez más enormes, me da cosa escucharlas respirar.
Sobre el piso serpentean las cintas para el pelo. Mientras tu cuerpo paralizado dubita entre huír o abrazarme para que no te mire más.
Por favor no te vayas. La fauna prolifera. Pero prometo cerrar los ojos antes de que la desnudez del mundo apoye su dedo blanco en nuestra carne espantada.
30.3.09
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2 comentarios:
En un regreso fugaz a internet, te dejo este comentario para que sepas que no he muerto y que tarde o temprano me vas a tener que mandar tu libro.
Tengo la certeza de que lo que leo nace de lo más profundo de tus entrañas.
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