Yo voy a construir una casa unida a otra
casa unida a otra casa
que se vean desde la luna como una muralla
donde el oleaje de los crueles se estampe y se rompa
mientras adentro hacemos una fiesta
tramamos la guerra
curamos la piel rota
y hacemos de comer, una y otra vez,
como desde que el mundo es mundo para esta especie
cada día
una y otra vez
hay que hacer de comer.
Miren yo no sé
qué van a hacer ustedes:
hay personas que saben tanto
sobre lo que está muy abajo, muy atrás o muy lejos.
Pero no han logrado enseñarnos
-parecen locos hablando solos-
tal vez porque faltaron
cada día a las rondas alrededor del fuego
el fuego que una y otra vez hay que prender
para comer y para contar
para enseñar y para curar.
Ey no sé qué piensan hacer ustedes con este tiempo astillado:
yo los invito a construir una casa
unida a otra casa y a otra más.
Tal vez sea la fiebre pero vi
catorce millones de futuros.
En cuántos ganamos, en muy pocos.
Realmente un puñado de arenisca esperanzada
arrojado en la oscuridad.
Porque ganar no depende de una destreza
de una acción precisa y brillante como un bisturí
sino de alguno mucho más raro:
una sinergia
una acción lenta y sostenida, tozuda -
¡ciega de tozuda!- como un monstruo
hecho de miles, qué digo, millones de
cucharas y manos, de palas y vendas, de cuentas y notas,
y palabras.
Una genkidama descomunal, voluntaria y
-lo más difícil de todo-
lenta. Muy lenta.
Es verdad: el mar de los crueles
va a seguir rompiendo.
Es su naturaleza.
No puede obrar de otro modo.
Yo no digo que abandonemos del todo esas trincheras
viejitas llenas de recuerdos.
Pero no confiemos tanto en ellas.
Las honremos como ruinas, y como ruinas que son,
sepamos que el tiempo las va a vencer.
Yo no sé qué van a hacer ustedes, yo voy a hacer una casa nueva
una casa larga llena corredores abiertos
y en esa casa voy a hacer una fiesta
porque nadie quiere ser invitado al bando de los tristes,
y yo
no me quiero quedar sola.
No es un gran plan, ya sé.
Pero es un plan.
Yo no sé qué piensan hacer ustedes pero queda poco cuerpo ya
así que
antes de que lo viejo se termine de morir
y mientras gestamos lo que ha de nacer
los invito a que seamos los monstruos
unos que abdican de la crueldad
para construir, bailando, una casa.
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