ah! ella vino otra vez. siempre viene (¿te lo dije?); a su muerte escinde un eco y de ahí renace increíblemente.
es tan rara… ella sólo se acerca, desabrocha su piel con dedos acuosos y ahí está todo, la verdad cruda, la patria abandonada, el tesoro de oropel. ya lo sé, no he debido contártelo, pero están ahí, todas las palabras, todas ellas se esconden entre los labios y saltan al verte, quieren explicaciones
(¿no son esos recuerdos convulsos apenas un torpe divertimiento? ¿no estamos creando la fábula demasiado adentro, demasiado profundo en el aire frente a los ojos?)
pero ya verás, se irá en cuanto pueda reírme de nuevo. de todas formas, sus visitas azuladas, sumergentes, eran parte del Maleficio. lo supimos. firmamos con sangre de verdad… y eso enfurece a ella, que vuelve de noche, vuelve cuándo la debilidad; vuelve como un heraldo de la miseria de uñas comidas.
ah! ella vino otra vez, y es reconfortante saber que no muere aunque la haga sangrar hasta la última gota. es tan rara… no busca la culpa; sabe, tal vez, que ésta se ha secado hace tiempo entre las sales cristalizadas.
busca… no lo sé en verdad… creo que busca morder tus manos, manchar el cielo, la piel de bronce. ella es rara, lo sé. siempre vuelve, y lamento no haberlo dicho antes, pero la espero con calma.
al fin, resulta, como todo… bastante necesaria.
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