Las manos, pobres manos,
renunciaron ya al cuerpo
renunciaron al fenómeno.
La sangre entra a veces, el aire
está viciado.
Y ellas, santas, ingenuas
se vuelven alma
y gastan sus horas
en conceptualizar la distancia,
superarla.
6.5.06
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3 comentarios:
^^ gracias por el consejo... supongo que sí... y tal vez consiga pronto uno de esos largavistas.
De todos modos, con esas cosas sólo se puede espiar de lejos. Y espiar no es igual a ver (las cosas tienen que mostrarse, entonces)
Excelente.
Gracias.
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