he soñado ya varias veces con Ella, y mucho más desde que estoy viva. nunca la recuerdo: ésa es su voluntad y su poder. pero deja huellas, recuerdos de perfumes en el aire, porque se siente sola. sola de veras.
Ella ha sido muy buena conmigo. anónima y gentil, muestra y esconde las cartas de los ángeles, apenas para que vislumbre lo necesario. y luego evade mis búsquedas livianamente, se desvanece con disimulo entre otras cosas maravillosas que pueblan el aire. no la he alcanzado nunca, pero –sepan- alguna vez vi su cola de colores blancos, muchos colores blancos, hundirse en el aguacielo, chapotear un instante y desaparecer sin culpa. desde entonces he aprendido a respirar blanda, aun cuando la oscuridad sola impregna mis contornos.
he soñado a Ella. estoy segura. no por nada me enseñó sin palabras cómo leer las ráfagas y los pétalos y las canciones distraídas de las manos. logré descifrar cada letra del color de sus mejillas incorpóreas y con un silencioso ¡eureka! dije las palabras para que supiese que, un poquito, la había encontrado.
de todas formas, no ha sido menos taciturna ni elegantemente triste. no estoy a la altura, lo sé... no podré salvar el vacío abismal que los siglos han depositado en sus formas. yo... yo olvido todo cada vez antes de volver, y Ella se hace un espacio, aprende mis tristezas para que no hayan sido vanas.
pero nunca me las da. sólo las insinúa, porque de otro modo, mi frágil cuerpo habría perecido ya. y yo que apenas puedo leer sus ecos en mis sueños...
(26 de junio d 2006)
27.6.06
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