La ciudad
(se metió en mi panza)
con sus miles de ojos cansados
con sus mujeres hermosas como vidrieras andantes de lo imposible
con la soledad pegoteada en los pulmones, los bolsones de comida, las horas caníbales
su difícil difícil . difícil modo de decir pegate un tiro
se me metió en la panza y desde ahí me chupa la vida
con sus dientecitos y sus antenas y sus ruedas me besa el adentro
con esa capacidad increíble de no reírse de lo ilógico que es todo
me muerde la pupila. sale un líquido raro.
Esta ciudad ronca que por siglos amasó los ladrillos de la prepotencia
no le alcanza con ser habitada quiere también habitarnos. Asfaltar el esófago, burocratizar la liberación de endorfinas, auchi, se me metió en la panza, joder.
y vive acá entonces la enorme máquina de volver basura la materia y cáncer la energía
vive y dice (en su forma difícil): no porque les grites a los humancitos van a dejar de hacinarse en el centro hirviente y seco
porque es su Meca diaria
la razón de que no se maten los unos a los otros
tanto
y de que ignoren la voz difícil
. dificilísima
que repite en cada esquina, en cada hombre dormido en un banco, en cada paloma, palomísima boba, en cada fachada histórica, en cada vidriera de carne, en cada cable que se cae, en cada quince kilómetros de distancia, en cada vieja de mierda, en cada mugre de la cara de un nene, en cada solarium guarida de putas, en cada esténcil incomprensible y gritón, en cada es un peso con cincuenta, en cada perrito amigable (y acaso sabroso), en cada azul color de la prepotencia, en cada explotable auto carísimo, en cada flor silvestre, en cada muñequito de plástico vendido en la peatonal, en cada arruga del ciego que pide, en cada cena con la familia, en cada almuerzo en la soledad del apuro, y sobre todo
. en cada- maldito - colectivo
repite
pegate un tiro.
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