La vida está hecha de cortinas.
Cortinas blancas grandes lenguas de dios
y nos lamen con amor de madre movidas por el mar de partículas desesperadas que a veces llamamos viento y otras veces magia
Pero en el fondo fondo, es decir si las miramos muy de cerca con grandes pares de lupas, las cortinas están hechas de agua. agua mar de tiempo detenido. Y por eso la belleza más pura es posible en cada uno de nuestros segundos besados por las telas de Dios.

Algunos metros más hacia el norte, hay personas que no están hechas de vida.
No son hermosas y Dios no quiere lamerlas con amor. El café caliente no les arropa el cuerpo, las baldosas no los rocían de silencio, las cortinas no alquimian la luz del sol en acordes mayores. La luna no se asoma a acariciar las pestañas con voz de plata. Las flores se niegan a crecer entre sus dedos.

Pero yo los quiero igual. Y por eso no sonrío aunque dios me ame.